viernes, 25 de marzo de 2011

La majestuosidad de la Gran Sabana y Santa Elena - Venezuela

Atravezando la Gran Sabana para llegar a Santa Helena.

A bordo del autobus me dí cuenta de que ya estaba solo nuevamente, y que esta soledad se siente bastante rara, despues de más de dos meses sintiendo lo contrario... Y así entre pensamientos salió el autobus de la ciudad de Caracas y me puse a conversar con mi acompañante, una señora de Santa Elena de Huairen, que se dirigia hacia Ciudad Bolivar, luego de haber realizado unos tramites burocraticos en la capital. Ella estaba viajando junto a tres compañeras del hospital, y resultó que una de ellas iba a seguir camino hacia Santa Elena, por lo que ya quedé con esa señora para seguir realizando el recorrido.

Mientras pasaban los kilometros la charla con la acompañante fue pasando de un tema a otro, y así la señora me habló de su postura Chavista, aunque debo decir que no era extrema, ya que criticó mucho a su presidente por diversas razones, lo que me dio a entender que si bien ella lo defiende a Chavez, no come vidrio, y por lo tanto conoce los errores y las cosas en las que se estan tomando posturas equivocadas y que no son beneficiosas para nadie.

Llegamos a Ciudad Bolivar a eso de las 4.30a y afortunadamente conseguimos los dos ultimos lugares disponibles para viajar a Santa Helena por 100 BsF. El unico inconveniente era que el autobus salia a las 6.30 de la mañana, por eso debimos esperar en medio de una terminal de autobuses con mucho movimiento y en medio de mucha gente con cara de pocos amigos. Entre café, charla y musiquita en mis oidos pasaron las horas, se acercó el momento en el que deje la mochila en la parte trasera del autobus y subimos al mismo, para emprender este largo recorrido que estimativamente tiene una duración de 12 horas.

Una vez que comenzó el trayecto se sentó a mi lado un chino-brasilero que estuvo unos dias conociendo Caracas y algun que otro lugar de Venezuela. Fuimos una buena parte del camino charlando como podíamos. Luego de algún que otro control policial, descendimos del autobus en un restaurante para poder desayunar o almorzar pero como estaba muy justo con el dinero no compré nada. Por eso algunas personas me invitaron a comer con ellos y así fue comí casabe, y cachapas con queso y pollo.

Siguio el trayecto hasta que el autobus empezo a subir una cuesta metiendose en una zona de montañas. Luego de un cambio repentino de temperatura aparecio rodeandonos una zona de selva totalmente descontrolada. Selva que intentaba sanarse de esa herida con forma de carretera que la atraviesa y que fue obra de la mano y la maquinaria del hombre. La forma que la selva tiene de sanarse se manifiesta como venganza lenta y pacifica que se aprecia en la vegetación que cubre cada señal de transito, asi también en las plantas y arboles que inclinaban sus ramas sobre el gris asfalto intentando recuperar esos 6 metros de tierra arrancados de las entrañas de la selva. Y fue así que senti el olor a tierra mojada que perfumaba nuestro pasar. Olor que se desprendia de esa tierra tan fertil y húmeda, tierra que al mojarse abrazaba cada particula de oxigeno que flotaba en el aire con su perfume. Y esa fragancia tenia tal intensidad que por un momento solamente quise bajar del autobus, agarrar un poco de tierra mojada con mis manos, acercarla a mi nariz y darle un bocado. Fue muy extraño lo que senti, era tan intenso y fuerte ese aroma que por un momento desperto en mi una sensación olvidada en la niñez en la que solía comer tierra. Luego de ese momento de hipnosis me sentí infimamente pequeño y vulnerable ante la grandeza de esta selva en la que me encontraba inmerso y que estaba atravezando en un autobus.

Hundido en esas sensaciones y pensamientos abandonamos todo ese verde para llegar a la inmensa majestuosidad de “La gran Sabana”. Y frente a esto me sentí más pequeño que antes, pero a la vez inmenso, y así comprendi tambien que en este suelo que es la armazon del planeta el tiempo es otro tiempo, y esta tierra de las Grandes Mesetas es un oasis donde la historia se olvida y se revela a la vez. Esas formaciones rocosas han sido lavadas de su vestidura -cuando la tuvieron- por milenios de lluvias, son formas de roca desnuda, reducidas a la grandiosa elementalidad de una geometría telúrica. Son lo monumentos primeros que se alzaron sobre la corteza terrestre, cuando aún no hubiera ojos que pudiera contemplarlos, y su misma vejez, les confiere una aplastante majestad....
….Cada meseta se presenta con una morfología propia, hecha de aristas, de cortes bruscos, de perfiles rectos o quebrados. La que no se adorna de un obelisco encarnado, de un farallón de basalto, tiene una terraza flanqueante, se recorta en biseles, afila sus angulos, o se corona de extraños cipos que semejan figuras en procesión. De pronto, rompieron con esa severidad de lo creado, algun arabesco de la piedra, alguna fantasía geológica, se confabula con el agua para poner un poco de movimiento en este país de lo inconmovible. Es un río que se arroja al vacío y se deshace en arcoiris sobre la cuesta jalonada de árboles petrificada...
...Se adivina que arriba, en las cumbres, en el escalonamiento de las últimas planicies lunares, hay lagos vecinos de las nubes que guardan sus aguas virgenes en soledades nunca holladas por una planta humana. Hay escarchas en el amanecer, fondos helados, orillas opalescentes, y honduras que se llenan de noche antes del crepúsculo. Hay monolitos parados en el borde de las cimas, agujas, signos, hendeduras que respiran sus nieblas; peñascos rugosos, que son como coágulos de lava -meteoritas, acaso, caídas de otro planeta. No hablamos. Nos sentimos sobrecogidos ante el fausto de las magnas obras, ante la pluralidad de los perfiles, el alcance de las sombras, la inmensidad de las explanadas. Nos vemos como intrusos, prestos a ser arrojados de un dominio vedado. Lo que se abre ante nuestros ojos es el mundo anterior al hombre....
...Estamos en el mundo del Génesis, al fin del Cuarto día de la Creació. Si retrocedieramos un poco más, llegaríamos adonde comenzara la terrible soledad del Creador -la tristeza sideral de los tiempos sin incienso y sin alabanzas, cuando la tierra era desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo.


Fue así que el autobus siguió avanzando al filo del abismo que se crea entre el día y la caída de la noche, no sin antes haber sido bendecidos por una de las tantas nubes que decidio volver a la tierra para seguir dotandola de vida. A la vera del camino una familia de indigenas nos hizo señas para refugiarse de la lluvia y para volver a su hogar en alguno de los poquisimos poblados que se cruzan. Y es la sonrisa de esos niños al recibir algo para comer, o al ser abrazados por alguna vestimenta seca, o en la mirada de ese bebé mientras era amamantado por su madre que no tendría más de 13 años que uno confirma que en este sitio el tiempo no es antes ni después, sino que nuestro tiempo es ahora, y que en ese ahora estaba viviendo uno de los momentos mas impactantes, movilizadores e inolvidables de mi vida.

Este viaje en autobus me llegó tanto que me pareció una falta de respeto intentar describirlo con mis palabras, por eso lo que está escrito en italica es un es un estracto de un capítulo del libro “Los Pasos Perdidos” de Alejo Carpentier.

Santa Helena de Huairén.

Esta ciudad no parece estar en Venezuela ya que aquí se puede salir tranquilamente por la noche. Por eso luego de llegar al hostel y dejar las cosas sali a caminar un poquito para dar un vistazo y conseguir algo de comer. Luego de la cena me fui a la habitación y me encontré con que después de más de dos meses estaba solo en una habitación, situación que aproveché para escribir y tratar de plasmar un poco algunas de las tantísimas sensaciones que me movilizaron durante las ultimas horas.

Al día siguiente intente hacer una excursion pero como no habia gente suficiente tuve que quedarme con las ganas, por lo que decidi quedarme tranquilo en la ciudad, cruzar a Brasil para sacar dinero del cajero, recorrer un poquito la tierra carioca y luego volver a Santa Elena. Aproveche que tenía plata y fui a una librería que me habian recomendado, donde compré 9 libros por 46 BsF (algo así como 6 dolares), una iniciativa que tiene su base en el socialismo de Chavez y que me pareció estupenda. Pero esto tiene dos contras si se le pueden llamar así: la primera es que solamente son libros seleccionados por el gobierno y que siguen un discurso similar al de este los que pueden conseguirse; la segunda es que en Venezuela no pude advertir una cultura general por la lectura. Sostengo esto ya que no vi a casi nadie leyendo en la vía pública, en los colectivos, o en la playa, y estando casi tres semanas en este país aquí puedo decir que es una característica de la población. Por la noche me sumé a la charla informativa que estaba teniendo un grupo de gente que iba a hacer la excursión de 6 días al Roraima. Fue ahí que conocí a Bruno Illius, un antropologó alemán que estaba en la zona por sexta o septima vez, en esta ocasión para escribir un libro acerca del turismo y como el mismo había afectado a las poblaciones indígenas de la zona. Con este señor estuve varias horas hablando acerca de un montón de cosas, y como a buen antropologo se me ocurrió pedirle su opinión acerca de un libro que años atrás me marcó muchísimo, “Las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda. Según Bruno, el escritor nunca tuvo estas experiencias en propia persona, sino que escribió el libro basandosé en experiencias de otras personas que fueron parte de otros libros. Me contó que un amigo suyo hizo una investigación que terminó convirtiendose en un libro donde se citan los textos de los cuales Castaneda tomó información y que esto fue confirmado personalmente por el propio autor.

Al día siguiente por suerte pude conseguir otra persona para hacer una excursión por la Gran Sabana y de esa forma conocer un poco más de cerca esta maravilla. El acompañanante fue un francés que venía viajando desde Brasil. Nos pasaron a buscar por el hostel, lleve mi mochila a la oficina que estaba en la terminal de autobuses y comenzamos el recorrido que nos llevó a varias cascadas y sitios impresionantes de esta basta región que me conmovió muchísimo más. Después de casi 6 horas de excursión volví a la terminal donde me tomé el autobus socialista hacia Ciudad Bolivar para seguir mi recorrido hacia la costa.


La Gran Sabana - Venezuela

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