lunes, 26 de septiembre de 2011

Zágora y una noche en su desierto.


Amanecimos bien temprano, nos subimos al minibus de la excursion acompañados de una pareja de canadienses, una señora australiana y un grupo de casi veinte rumanos que hacían el tour con nosotros y a los cuales no les entendimos un carajo durante todo el paseo, lo único que entendimos es que querían para en cada lugar posible para comprar pelotudeces, jejejeje. Lo que tampoco entendió uno de los guias de la excursión es que Pepe se pronuncia Pepe y no "Pipi"que fue como lo llamaron luego todos los que nos acompañaron.

Emprendimos rápidamente el viaje para salir de Marrakech, atravezando campos y las primeras montañas. Es increible la cantidad de colores que ofrecen estos paisajes. La variedad de tonos en los diferentes relieves del terreno y la combinación con la escasa vegetación de la zona hacen que el recorrido sea una gran atracción para la vista, como así también atrae la atención cada uno de los pueblitos que cruzamos por el camino. En una de las muchas paradas, se me acercó un señor que me ofreció una piedra con minerales dentro, le pregunte el precio y me dijo 250 dH, le dije que no, me la bajó a 100 dH, le dije que no se la iba a comprar entonces me la bajó a 80 dH, por lo que recibió otra negativa mía, me dijo 50 dH y ya por lástima le terminé comprando esa piedra que la verdad es que está bien buena.

Luego de no se cuantas paradas llegamos a la ciudad de Zágora, seguimos de largo y paramos por última vez para comprar agua, y arrivamos al sitio donde nos esperaban los camellos para comenzar nuestra excursión en el desierto. Con el sol debajo del horizonte, emprendimos la camellada, que luego de una hora nos depositó en el supuesto "desierto" desde donde se veían las luces de la ciudad, de los autos y de las motos que podían accerder a la zona. En resumen, de desierto este lugar tenía poco y nada, solamente se podía considerar que era desierto por la vista increible de las estrellas en el cielo y por las pequeñas dunas que había en la zona.

En la puerta de las carpas nos recibieron con un te y una obleas que se compran en el supermercado, para luego poder cenar Tagine de pollo. Terminada la cena, dieron un espectaculo de percusión a la luz de una hoguera, mientras que con Pepe aprovechamos esa luz para hacer algunas fotografías nocturnas de larga exposición que nos mantuvieron bien entretenidos. Pasado un rato, toda la gente se fue a dormir y decidí quedarme solo, en medio de la oscuridad y la noche tan estrellada, con la idea disfrutar de tan conmovedor espectaculo que regalaba el cielo esa noche. Y así entre canciones de Pink Floyd, pensamientos y estrellas fugaces me comenzó a ganar el sueño, por lo que decidí irme a dormir con una sonrisa y ese sentimiento de paz que te da un rato de tranquilidad en soledad y totalmente agradecido por haber contemplado esa noche la sabiduría y perfección del universo.


Así se veia el cielo


Al otro día amanecimos a las 5.40 am para ver el inmenso amanecer, con el sol saliendo detras de las montañas y dibujando hermosas texturas en la arena. La vuelta al minibus la hicimos en camello por otro lado, y luego regresamos para Marrakech, deteniendonos antes en un Barrio de barro hecho en la montaña donde se filmaron películas tales como 300 o Indiana Jones.

Luego de recorrer el set filmográfico, subimos nuevamente a la trafic y a las 18.43 pm llegamos a la estación de tren para tomar el tren que salía a Fez a las 19 horas, no sin antes sufrir algunas complicaciones. Que paso???Intentamos pagar con tarjeta y no nos dejaron hacerlo por la hora. Todavía no sabemos porque pero así fue. Intentamos sacar dinero de un cajero, y al momento de meter la tarjeta se apagó el mismo durante casi un minuto y nuestros corazones se interrumpieron hasta el momento que esa máquina de mierda escupio el plastico. Finalmente cambiamos unos € en una perfumería y pudimos comprar los pasajes y subir en horario al tren, dejando de una vez por todas esta ciudad.

La verdad es que la experiencia de pasar una noche bajo las estrellas en el desierto es increible, uno no para de contar estrellas fugaces y eso hace que uno se sienta agotado de pedir deseos. En ese momento una de las cosas que más deseaba era que la noche no terminara nunca y que pudiera compartila con la gente que quiero, por eso con este blog intento hacerlo de alguna manera.

Las fotos de estos dos días...

Zágora y su desierto.
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